Cuando quien quiere enseñar, aprende a aprender

La evolución educativa es, quizás, un procedimiento gradual y paulatino, si comparamos con la metamorfosis social inherente a toda sociedad contemporánea. El concepto educación, y todo lo relacionado con dicho término, ve acentuado aún más su estancamiento progresivo, en un contexto social basado en la desigualdad y con graves problemas de subsistencia debido al árido clima, como es el entorno rural de Anantapur.

En dicho ambiente, la educación comenzó a cobrar importancia bajo un sistema  educativo tradicional hace escasamente poco tiempo. Cuando hablamos de educación clásica, nos referimos a una educación con el foco de atención puesto en los contenidos y en sus efectos, basada en un modelo externo al destinario que la recibe, también conocido como «modelo exógeno» del que habla Mario Kaplún. En dicho modelo, el conocimiento se trasmite al alumno siguiendo un esquema vertical, donde la comunicación es unidireccional, cabiendo denominarla «educación bancaria», término acuñado por Paulo Freire, donde la información en manos de unos cuantos privilegiados se deposita en las mentes de los educandos.

Uno de los objetivos de nuestro proyecto, «Educación Artística y Desarrollo Humano», y sin duda el más ambicioso, se concentra en la formación del profesorado de los centros en los que intervenimos. Para ello se ha fomentado desde el comienzo la participación del equipo docente en cada una de las actividades llevadas a cabo, dotando de importancia al proceso de la dinámica y no al resultado final del ejercicio en sí.

Creemos en la educación como una herramienta de transformación social, creemos en la importancia del proceso, un proceso donde el profesor juega un papel fundamental estableciendo un diálogo con su alumno; un diálogo de enseñanza y aprendizaje al mismo tiempo. Creemos que dicho proceso es continuo, siendo la educación permanente, construida entre todos y para todos, pues todos somos educandos y educadores al unísono, en cualquier parte y en cualquier lugar.

Durante unos días, en la Inclusive School de Anantapur y en el Intellectual Disability Center de Bathalapalli, esto ha sido posible. Hemos trabajado en colectivo, sin barreras y sin miedos. Las sesiones han destacado por la motivación y la creación común, donde el aprendizaje se ha convertido en un juego, un juego divertido y basado en recursos artísticos.

Creemos que el cambio es difícil, pero no imposible, y por ello seguiremos trabajando y sumando experiencias.

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