Estas primeras sesiones de autorepresentación han consistido en una presentación del grupo, un acercamiento al proyecto y de descubrimiento de cada una de las personas que compartimos la experiencia.
Todos y todas somos igual de importantes y necesarios para que el proyecto se pueda llevar a cabo. Es por eso que hemos decidido arrancar ocupando un espacio que la mayoría de veces divide: el escenario. Sentados en círculo, en lo alto del auditorio del “High School for Inclusive Education”, nos presentamos las 43 personas, repitiendo nuestros nombres y poniendo a prueba la pronunciación tanto de los nombres del alumnado como los nuestros.
Autorretrato sobre papel
Comenzamos realizando un autorretrato en papel braille en el que, posteriormente, insertaremos un mensaje especial para ser leído sin la necesidad de ver. Algunos se han representado como les gustaría ser vistos por otros, mientras otras niñas y niños han recurrido a partes de su cuerpo, como manos y ojos, dándole un protagonismo especial por razones personales. Para la representación visual de sus retratos, han utilizado imágenes mentales, de memoria, y recurrido al tacto para descubrir facciones de sus rostros y traspasarlas así a las dos dimensiones del papel.
Jugando con el reflejo
En la siguiente sesión, se les entregó el elemento protagonista de esta primera fase: el espejo. Con él, exploraron las posibilidades del autorretrato, se vieron reflejadas y reflejados desde otras perspectivas, dando importancia a diferentes partes de su cuerpo, y probaron a incluir a compañeros y compañeras.
Autorretrato sobre el espejo
Después del calentamiento en papel y de haber explorado la idea de reflejo, hemos utilizado el espejo para plasmar nuestra identidad y relacionarnos con el de una manera diferente. Este material imponía respeto y el alumnado tuvo que pensar más antes de empezar a utilizar sus rotuladores permanentes para vidrio y pintauñas sobre el cristal. Hubo quien recurrió a calcar la realidad que veían al ser reflejados, quien “dialogó” con el espejo y representó imágenes del pasado y quien probó nuevas autorrepresentaciones como la geometría de la palma de la mano, su corazón o la incorporación de lágrimas.
Un clima muy distendido, completamente nuevo tanto para el alumnado como para el profesorado, que tímidamente fue apareciendo y uniéndose a la actividad. Éstos aceptaron nuestra invitación y quisieron retratarse como parte del grupo. Nos sentíamos a gusto, muy cómodos y libres.
Además de las maravillas plasmadas sobre los espejos, siguieron dibujando en papel, pintándonos las uñas, retratando a otros compañeros y compañeras y riendo mucho; en definitiva, explorando esta nueva realidad.