“De mujer a mujer” es ya un título que abre un imaginario de matices solidarios, horizontales, lejos de esa esfera patriarcal que abarca el mundo en distintas escalas y sentidos. Recalcan el sentido de comunidad que establecen entre ellas, organizadas en colectivo a través de una sociedad cooperativa con distintas representantes (“líderes”) que actúan de portavoces y coordinadoras.
La Fundación Vicente Ferrer ha ayudado y continúa haciéndolo a miles de mujeres de las castas más desfavorecidas, que se encuentran cerca de la exclusión social. Por ejemplo, las mujeres que enviudan, expulsadas de la casa familiar, pasan a depender de la familia del esposo. La mortalidad infantil es un 43% superior en niñas a causa de la desatención, mala nutrición, y el abandono.¹
Una situación que nos sorprende, olvidando a menudo que en el país del que procedemos se reproducía de forma análoga una situación similar hace unas cuantas décadas. El ojo occidental tiende a comparar por oposición los diferentes contextos, aunque en ocasiones caiga en prejuicios, contradicciones o equívocos.
Nos conmueve la valentía y fortaleza de un motor de cambio que comienza desde los vínculos y desde la educación. Nos emociona ver que el cuidado está presente en el aula: que niñas, mujeres, ancianas, conviven en este espacio. Nos hablan de la recuperación de sus derechos, de su autonomía, de cómo aprenden en la escuela. De como entre todas, pueden conseguir mucho más.
1. Extraído de: «Colabora en «De mujer a mujer»» http://www.fundacionvicenteferrer.org/es/que-puedes-hacer/colabora-en-de-mujer-mujer