Llegó el último día; el cierre de una experiencia maravillosa con el alumnado del “High School for Inclusive Education” (Anantapur). Como adelantábamos en la anterior entrada del blog, estas sesiones del proyecto “Explorando lo invisible” han sido tan divertidas y emocionantes que decidimos compartir la experiencia con el resto creando una exposición.
A lo largo de estas semanas hemos puesto en práctica acciones artísticas que giraban en torno a la identidad, al respeto, al empoderamiento y a la comunidad. Con esta acción final, quisimos acercar un poquito de lo que hemos vivido al resto del alumnado, a los voluntarios y trabajadores de RDT, al profesorado, visitantes y cada persona que pasara por el campus.
Preparación y montaje
Como no podía ser de otra manera, los que fueron protagonistas hasta ahora lo siguieron siendo hasta el final. Esa mañana, los 40 (y pico) alumnos y alumnas que participaron en el proyecto durante las sesiones anteriores se vinieron al “main campus” de RDT para disfrutar de la experiencia de principio a fin.
Nos organizamos por grupos para coordinarnos de forma eficaz. Unos seleccionando y ordenando las fotografías que habían sacado en la sesión de retratos de espacios seguros, otros montando las membranas de la instalación final y reparando las tiras que se habían roto por el camino. Después, cada uno cogió su espejo y su autorretrato en papel y los colocó en el sitio correspondiente, siendo conscientes de la composición y de cómo se relacionaba su obra con la de los compañeros. Entre todos también decidimos a qué podríamos jugar por la tarde – cosa que, como veréis, no dudaron ni un segundo.
Zonas de la exposición
El sitio elegido para acoger la exposición fue el auditorio. A su llegada, se veían las membranas colgando en el porche. Una llamada de atención en toda regla. Tras estos aros llenos de tiras de colores quedaban los espejos emparejados cada uno con su previo autorretrato en papel. Una vez dentro, dos proyecciones enfrentadas protagonizaban el espacio, limitado por las fotografías sacadas por el alumnado por un lado y el escenario por otro.
Inauguración
Vino toda la escuela. Buses y buses llegaban al auditorio del campus principal de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur. Todo el alumnado desde 5 hasta 16 años, todo el profesorado y el director. El alumnado que formó parte del proyecto a lo largo de las pasadas semanas adquirió el papel de guía de la exposición y, desde su perspectiva como artistas autores, compartieron explicaciones y anécdotas con el resto de compañeros y compañeras.
La zona expositiva agudizaba los sentidos. Tocaban los espejos, se acercaban para verse reflejados, leían las reflexiones en papel y exploraban los mensajes en braille. También atravesaban las membranas – de forma individual o guiados por compañeros videntes – y el sonido del papel de periódico en movimiento parecía magia.
Una vez inaugurada, visitada, explicada y vivida la exposición, dejamos paso al baile y los juegos. Por la mañana, entre todos, ya habíamos organizado ideas entorno a qué les gustaría jugar; al ser tantos, necesitábamos la participación y colaboración de todos; y así fue: decidieron quiénes serían los capitanes y capitanas, formaron equipos y por la tarde lo pusieron en práctica. Criquet, kabaddi y baile. No hay más que echar un ojo a las fotos para ver la pasión que se puso en cualquiera de los tres.
De nuevo el autobús amarillo aquí y con él su retahíla de viajes. Esperanzados por un reencuentro lo antes posible, nos despedimos felices de haber vivido una experiencia inolvidable.