Lev Manovich explicaba en «El lenguaje de los nuevos medios de comunicación» (2005) cómo existía una conexión seminal (muy simbólica) entre la invención del ordenador y una inspiradora máquina de producción estética: Charles Babbage en 1833 diseñó la «la máquina analítica», aparato que ya asumía las principales características del ordenador digital moderno. Para la invención de este revolucionario dispositivo, Babbage tuvo una inspiración estética: J.M. Jacquard en el 1800 inventó un telar automático que se controlaba con fichas que programaban la acción del dispositivo. Una máquina que procesaba imágenes inspiró un invento que procesaba cálculos numéricos. No deja de ser simbólico que la imagen y el territorio de las artes sea previo al proceso numérico y la naturaleza científica experimental.
Estos días hemos conocido el interesante proyecto «Mujer a mujer» de la Fundación Vicente Ferrer (FVF), en Anantapur. Ver cómo unas manos tejían, controlaban un hermoso telar con dedos precisos y afán encomiable me hizo conectar algo aparente y solamente artesano con la producción mediática. Me hizo vincular, como ya hacía Manovich (y también Augusta Ada, la primera mujer programadora) la máquina de Babbage con la de Jacquard, pero en un contexto bien distinto: la labor que desarrolla la FVF en India. Me hizo poner en valor que el campo simbólico es absolutamente necesario en todo contexto humano, absolutamente inspirador. Un telar que me sirve como inspiración para el trabajo educativo mediático. Imagen, Estética, educación y tecnología.